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Las nubes de Alaska

Una vez Valya escribió algo en la nieve. Extendió uno de sus dedos finos y lo arrastró por el suelo helado, a su antojo. Quería sentir algo al hacerlo. Lo que fuera. Dolor, angustia, frío, congoja, pena… Lo que fuera. Terminó la D y no percibió siquiera una lágrima de aquellos sentimientos. Ni un suspiro. Pero prosiguió pintando en busca de ellos, e hizo de su dedo desnudo un pincel de tinta negra al deslizarlo sobre la nieve. Trazó una A, luego una N, y se miró la mano en busca de Frío. A pesar de que tenía el índice amoratado, no lo encontró ni a él, ni a su rastro helado. Valya seguía sumida en la esperanza de sentir, pero aun habiendo terminado la K, siguió tal y como estaba. Vacía. Sin alma. Sin él.
Es exasperante, se dijo apretando la yema contra la nieve aún más fuerte... Exasperante. Y mientras acababa la O, se preguntó si acaso sería verdad eso que decían sus vecinos, eso de que estaba loca, de que a Valya, la Rusa, la faltaba un tornillo. Que se había olvidado de vivir. Que ya no era… Que ya ni siquiera era humana.
'D.A.N.K.O', deletreó una voz a su espalda, interrumpiendo sus pensamientos. Un susurro dulce, como un coro de ángeles. Se trataba de una mocosilla con el pelo tan níveo como las nubes de Alaska, los mofletes sonrosados y unos ojos azules capaces de comerte el aliento de un bocado.
'Danko...', repitió la niña, confusa. ¿Qué es eso? ¿Qué significa? Valya se quedó por un instante congelada, asustada de la calidez de ese ser inoncente. Hacía mucho que no hablaba con nadie tan caliente, y temía derretirse. Significa… Significa... Dubitó Valya. Significa amor. Puro, sin esperar nada a cambio. Y dulce. Dulce como el algodón de azúcar. Y Ridículo. Eso de no poder vivir sin la otra persona, concluyó. Las dos se quedaron unos segundos en silencio. Valya sin esperar que la niña entendiera. La cría intentando entender.
Vaya… Murmuró la pequeña. 'Entonces, ¡yo quiero un Danko!' Gritó emocionada. Así, una lágrima gélida atravesó el pómulo de Valya. Y allí estaba, ese daño, ese frío que antes buscaba. 'Y-Yo también quiero un Danko…' Rodó otra gota salada, que acabó en sus labios. Una tercera cayó al vacío y se fundió en la nieve. La niña al observarla borró su sonrisa, la limpió la mejilla con sus manitas, enfundadas en dos guantes lilas diminutos, y la besó la frente mientras se quitaba su gorrito violeta. Cogió las manos heladas de Valya, que ahora ya no podía parar de llorar, y las introdujo en él.



No se puede tocar la nieve sin guantes, le susurró la niña al oído. Porque duele.



Perdón por esta entrada tan... tan... "arg". Pero no la encontraba arreglo. Ni magia. Al final la he subido, espero que al menos entretenga.