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La muerte de un planeta


Camina despacio. El ritmo en las venas. La sangre en cualquier otra parte. ¿De verdad que... no tiene sangre en las venas? Pues no. Adiós glóbulos rojos, adiós glóbulos blancos, adiós plaquetas. Porque este chico no cicatriza. Es como esa gente que camina, sólo camina. Con los brazos lánguidos, la cara más larga que la corbata. Pero con ritmo. Tempo. Tristes, sus piernas caminan una balada. Hasta que los últmos acordes se apagan. Sus pies terminan la canción. Pero, delante de él, comienza otra. Es una mujer con nombre de planeta. Se llama Venus. Los fieles la consideran una diosa.Venus sonríe sardónica. Como siempre, y como siempre su perfil griego se contrae hasta rozar la perfección. Venus es de esa extraña raza de mujeres que se encuentran tan seguras de sí mismas que asustan. Son insoportables y se encantan. Venus es un rock comercial. Es decir, que no es tan Ella como Ella cree. Que puso a su originalidad en subasta y la perdió. En cambio, él, nuestro triste bailarín, es Stairway to heaven. Suave, pero dispuesto a pegar fuerte.
      —Lo lamento, Venus. No te puedo mirar directamente a los ojos porque... —la mujer con nombre de planeta sonríe orgullosa a su estrella. ¿Por qué no puedes levantar la vista, cariño? Ah, sí. Es porque soy superior no puedo porque... Porque como algunas veces en la vida, quien está detrás de ti es más grande y brillante.
       Suenan nuevos acordes. Él se va dirección Vodafone Sol, y Doña Lucero del Alba se apaga de golpe. Y atardece. Pero ya lo habían avanzado los entendidos: se habían encontrado un planeta y una estrella. La cosa no saldría bien. Vaticinaron que al principio saltarían chispas, que al final acabarían quemados.

¿No lo entiendes verdad? Un planeta y una estrella no parece una unión tan arriesgada... pero fíjate en la Tierra. La interacción entre nuestro planeta y la luna causa mareas que alteran el nivel del mar (¡y casi más que a las mujeres!). Pero sé que aún necesitas más. Que ya me estás poniendo pegas, replicando que la luna es un satélite. Que Venus era un planeta. Pues déjame contarte una historia cuyo protagonista atiende al nombre de WASP-12b. Exacto, es extranjero. Concretamente vive a 100 años luz de la Tierra. Es un planeta. Como principal objeto de invesigación y plataforma intergaláctica, WASP-12b recibía a sus fans, los de las escafandras, y les dejaba que buscaran agua en él. A su lado, una estrella solitaria, se enamoró de su atmósfera. WASP se acercó a ella sin miedo, como el depredador que era. Y es que, ¿qué es una estrella débil y titilante al lado de un planeta de luz perecedera y en vías de ser considerado habitable? Así, acabó acercándose tanto a aquella estrella, que entre los dos originaron enormes fuerzas que distorsionaron la forma de WASP y le proporcionaron una muy similar a un balón de rugby. Esta deformación generó fricciones en su interior, las fricciones generaron calor y este, finalmente, produjo la expansión del planeta. WASP ahora era más grande, más fuerte, y, sobre todo, más orgulloso. WASP se dilató tanto, que ahora ya no es capaz de contener su propia masa en contra de la atracción de la estrella.

Ahora, cada segundo que pasa, WASP pierde seis millones de toneladas de masa. Si el proceso continúa a este ritmo, toda la masa del planeta habrá desaparecido en diez millones de años. ¿Y sabéis que es lo mejor? Que casi todo el material que se desprende del planeta acaba en la estrella. Que ahora ella es más grande, más sabia, más fuerte, más dura. Ahora es Starway to Heaven. Y le está cantado adiós a su Venus.


¿Sabéis lo que significa que una escritora (en este caso proyecto chuchurrío de) rompa una relación? Yo tampoco. Y siento que vayáis a comprobarlo. Hasta la próxima entrada... Y a ti,  leas o no leas esto, quiero decirte que esta es el último relato que te dedico. Mucha suerte con encontrar a la chica perfecta, a una que no fuera tan insoportable como yo. Yo ya te había encontrado. Y te he perdido. Nos hemos perdido. 

Posdata: WASP existe.