Autoantiayuda


Me he saltado todas las normas no escritas por ti. Después de todo, si nadie las había puesto en un papel sería por algo. Aun así, estaban ahí...

10 normas para llevarse un conejo al huerto:

Uno. Ante todo, mucha humildad. Ellas eligen. Tú, con suerte, seleccionas de las que te hayan escogido. 
Dos. Cada sonrisa le quita un prejuicio. Cada risa, una prenda. Y con cada carcajada está deseando quitártela a ti.
Tres. En silencio pareces mucho más inteligente de lo que eres. Misteriorízate.
Cuatro. Tener sexo con ella es como saber si un día por la mañana hace sol. Lo acabarás consiguiendo si eres capaz de no mirarlo fijamente.
Cinco. No la aburras con la verdad. Piensa en ella como en tu curriculum, una hoja en blanco dispuesta a creer tu vida en la versión de tu abuela.
Seis. No te vistas pensando en las mujeres que has conseguido, sino en las que quieres llegar a tener.
Siete. Muévete como si estuvieras mucho más bueno de lo que estás.
Ocho. Critícale con gracia. Métete con ella, pégale caña. Que no se piense que no la has calao.
Nueve. Que por cada minuto que tú hables, ella hable seis.
Diez. Quiere a contra reembolso. Lo de dar sin esperar nada a cambio es una mierda que funciona en las películas porque sólo duran 90 minutos.


10 reveses que he dado sin haberte ahuyentado:

Onu. Tú no me elegiste y yo no te escogí. Chocamos, y vaya hostia.
Sod. Lo difícil no es buscar con quién reír, sino encontrar con quien callar.
Sert. Pero al final siempre acabo rompiendo los silencios como si fueran jarrones chinos. Eran algo valioso, y en su lugar te dejo una cagada. Pero a ti la porcelana china te parece horrenda.
Ortauc. Que te quiero follar lo sabe hasta tu vecino del quinto.
Ocnic. Prefiero invitarte antes que echarte (currículums).
Sise. Aún no he encontrado una tienda de camisetas con el cuello con la forma de tu sonrisa, pantalones con tu olor, ni blusas tan suaves como tu vientre.
Eteis. Prefiero apalancarme en un sitio lo suficientemente invisible como para que nadie me vea. Y tú vas y te sientas conmigo.
Ohco. Pegarte caña te la pego, pero sin puta gracia, con palabras fuera de lugar. Acabo hiriéndote. Y curándote.
Eveun. Cuántas veces te he vomitado información no solicitada. Cuántas veces te habré hablado de mis sombras. Pero es que el sol al final quema.
Zeid. Nunca he esperado nada a cambio. Me gusta pagarte las fantas porque cuando pegas los morros al botellín me pones más que Antena 3.


Quizá la última podría haberla eliminado. Pero bueno, ya me conoces: siempre hablo más de la cuenta. Además no soy interesante, ni albergo ningún misterio, ni me cuido las verdades, y por supuesto me creo más risible que irresistible. Así que a los demás, como yo, les toca ser ellos mismos. Ah, y me importa una mierda que te suene a tópico mientras a mí me suene tu risa.